Em Espanhol

Amor sagrado

Mi querida y adorable ángel...

Tu a veces te asustas porque crees que exageramos, pero ya hubo quien dijera, con mucha propiedad, que el amor hace con que las cosas inferiores se conviertan en mas nobles. Parece que es verdad pues ayer, menos mareado que un equilibrista, creyendo menos en fantasías y mas en una magia mayor que parece estar alrededor o en todos los poros, fui a misa y sentí, como tu, (me parece), el mensaje del evangelio, y en nada contradice mis sentimientos, intenciones y ni nuestras actitudes.
Estábamos con las manos entrelazadas, cariñosamente unidos, (por el frío, quien sabe?), pero disfrutando armoniosamente por la intensa atención que nos prestábamos el uno al otro. Estábamos en la iglesia y tu mano en la mía no era apenas un roce de pieles, pues en aquel momento yo te sentía entera en mi alma, y deseaba ser capaz de proporcionarte todo el bien, sin saber realmente lo que eso significa. Tu puedes pensar que es gracioso, pero fue lo mismo que sentí cuando mas tarde, trajiste el hueso de gallina para "ver" la suerte; me sentí feliz por haberme ganado, pues sentí tu alegría, pero con seguridad de que si yo ganara tu también notarías la mía, tan pura como la tuya, que hizo que tus azules ojos brillaran.
Tengo muchas cosas que decirte, pero debo comenzar tocando un punto que parece que te molesta un poco: A veces, nuestras exageraciones, tal voluptuosidad que te espanta no es lujuria y por tanto no es pecado. Por el contrario, esto es nada mas que una manifestación de pleno amor, que "exige" una sensualidad demostrada en nuestra convivencia intima como una forma de deleitarnos ante Dios, como sus obras, intensas de nuestra naturaleza humana, como seres capaces de una relación carnal y aparentemente "menor", traducidas en "el fin perfecto de su ardiente amor".
Hay otro aspecto todavía menos polémico tal vez que explica bien la calidad de mis sentimientos en relación a ti. Pitágoras dijo que un amigo es un otro yo y que es necesario honrarlo como Dios.
Antes de nada, hay que tener en cuenta el poco tiempo que nos conocemos y puedo decir que soy tu amigo, porque me preocupo por ti y pongo mucho cuidado para no tener ni una actitud que pueda ofenderte. Cuando no estamos juntos, procuro imaginarte siempre bien, superando las dificultades cotidianas, venciendo el día a día sin cansancio y sin estrés. No me gusta pensar en ti triste, deprimida o con algún problema, quiero para ti todo lo bueno que quisiera para mi y deseo honrarte siempre, como si tu no fueras simplemente el “otro” sino que mi “Otro yo”. Creo que ese interés en el bienestar del otro es uno de los pilares de la amistad y, tal vez, esta preocupación perenne de buscar la igualdad, la armonía o, como decía el filósofo, “la igualdad de la armonía” unida a la atracción física que siento por ti, debe ser lo que llaman amor.
Querida, el echo de sentirme atraído por ti de esta manera tan pura y al mismo tiempo tan intensa por tu cuerpo y por tu espíritu, me sirve de aliento espiritual, pues interpreto esta sensación como el rescate de una fuerza vital que yo creía un tanto dormida. Y esto te lo debo a ti. Ocurra lo que tenga que ocurrir entre nosotros, siempre me acordaré de ti como algo bueno y maravilloso y siempre me traerá a la memoria aquel clásico de Vinicius “yo se que te voy a amar...”

Un beso grande de tu
(firma)